Dorado



U  B  L  I  C  I 
D  A  D


U  B  L  I  C  I 
D  A  D
 
 
    
    
 
 


EL DORADO
 
 
 
Era
una lástima ver, como se llevaba el río anudado a la garganta como
si fuera una estola de agua. Mientras los demás peces se mudaban en
busca de otro río. Pero muy pronto, el suelo abrió su enorme boca a
la refrescante vestidura del pequeño Pez Dorado, y calmó su sed de
veinte siglos, convirtiéndose instantáneamente en un vergel
maravilloso.
 
-¡!Muchas gracias, Pez Dorado,!!- le gritó Tierra con su fértil voz.
Y el pez le respondió con una reverencia, diciendo: – No tiene que agradecer
Tierra. Lluvia me ha pedido el favor de regar algunos pueblos, porque se
siente cansada y a veces se olvida de las cosas –

– Pobre mi querida Lluvia, cuanto la extraño- se lamentó Tierra;
Tendremos que ayudarla todos. Por medio de las flores y los árboles 
alertaré a los pájaros de esta situación. Ellos podrán volar lejos y llenar
sus alas y picos de agua de otros ríos y desde el cielo dejarla caer -.
 
Eres
muy buena, Tierra- Dijo el pez- Dios siempre te bendecirá.- ¡adiós!-
Siguió su camino, regando todo aquello que iba pisando. Hasta las
lombrices, salían de sus cuevitas a saludar su paso.
 
En
la entrada de cada pueblo, los animales lo recibían con vítores y
con pasteles tan sabrosos como gigantescos. Tanto, que las nubes
chocaban con ellos y caían asustadísimas a la tierra.
 
-¡!UUYYH, UUYYH y más UUYH!!- Se escuchaban, después del tremendo trueno que
producía la hilera de nubes, chocando simultáneamente entre sí  a causa de
los pasteles gigantes.

Pez Dorado, descansaba y se saboreaba, para luego seguir con su juramento de
fidelidad a Lluvia.
 
Viajó
mucho bajo el sol y la luna. Rogándole a Sol que se ocultara por un
rato tras algunas nubes, para poder recobrar un poco de fuerzas.
Pero Sol se negaba, contestándole: – No puedo ocultarme tras las
nubes, mientras Lluvia no esté descansada y pueda volver.- dijo-
Además me gusta mostrar mi rostro, porque soy muy hermoso-
 
También
le pidió ayuda a Luna, Diciéndole:- Luna, te alimentaré con lo que
más te guste: carne, leche, dulces, tortas. Pide lo que quieras. Con
tal que te llenes tanto, tanto, que puedas iluminar mi camino en la
noche, igual que lo ilumina el sol en el día. Así haré mejor mi
trabajo sin retrasarme;
 
Luna
quedó pensativa, rascándose la cabeza y mirando al cielo, luego
contestó: – La propuesta es interesante, pues tengo mucha hambre.
Pero soy muy vergonzosa y no me gusta ser el centro de atracción –
Entonces ,Pez Dorado continuó su camino pese al calor del día y con
una linterna para guiarse en la noche.
 
Pero
a medida que pasaban los pueblos, la capa de río que cubría la
espalda de nuestro amigo Pez Dorado se iba achicando, pues el agua
disminuía. Y los pájaros pequeñitos como los más grandes, ya se
sentían agotados de ir y

venir con sus alas y picos llenos de agua.
 
Fue
así que al llegar a un remoto pueblecito llamado SIN NOMBRE , su
estola por completo lo había abandonado.

– Tendré que pedirle ayuda a otro río para poder continuar mi labor- Se dijo
Pez Dorado al comprobar su situación.

Pero en todo el pueblo halló ninguno. Así, como tampoco encontró un animal
ni persona que viviera allí.
 
Desesperado,
fue a pedirle ayuda a Don Sin Nombre; el mismísimo pueblo, que
atendía en su oficina, en los momentos que no dormía. Éste,
acostumbrado a la soledad, estaba durmiendo. ¡Quién viene a molestar
mi siesta de treinta años!- Gruñó Don Sin Nombre, mientras se
desperezaba-

– Soy Pez Dorado, vengo de un pueblo vecino a pedirle su ayuda- Y le contó
su problema.
 
Don
Sin Nombre por tristeza y por miedo a quedar seco como una hoja
otoñal, le prometió hablar con sus amigos ,Los Topos, grandes
escarbadores de la región. – Ellos harán en cada pueblo, hoyos tan
profundos, por donde las aguas subterráneas podrán escalar en forma
de chorros y regarnos hasta reverdecer- Dijo. Pero, les diré que
comiencen con los demás pueblos, así yo podré dormir un rato más.-
¡Estoy muy cansado!-.
 
-¡Que
buena idea!- grito felizmente Pez Dorado.- Lluvia descansará hasta
reponerse totalmente, Yo podré volver a al río con mi familia de una
vez y para siempre, y usted Don Sin Nombre, será al fin poblado,
sembrado, cosechado para nunca más ser llamado Don Sin Nombre-
 
Y
fue así, como los topos cavaron tanto ,tanto que las aguas viajaron
del fondo de la tierra para reverdecer hasta a el último pueblito
del mundo. Ese pueblito, hoy es llamado, en honor al valiente pez
que dejó su familia y cargó con su río para ayudar a la Lluvia: El
Dorado. antiguamente, Sin Nombre.-
 
 
 

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Autor/a del cuento

©

Luciano Carlos Cavido
 

Curriculum:
Músico
compositor y escritor, estuvo a punto de salir premiado 3 veces en el
libro de oyentes de zona franca. Actualmente trabaja en dos proyectos
literarios.


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