En un país muy muy pero muy lejano,
que ya no existe, había un castillo todo de oro, pero que dentro
no tenía ni reyes, ni reinas, tampoco tenía príncipes o lindas
princesas, ni siquiera tenía un solo sirviente, pues adentro
vivía un… ¡Dragón!
Este dragón había espantado a todos
los habitantes del castillo y se había quedado a vivir en él,
bueno, a dormir, porque este dragón era muy perezoso y dormía
todo el tiempo.
El rey, con la reina, las princesas
y los príncipes y también los sirvientes, se tuvieron que mudar
a un pueblo que estaba cerca, y tuvieron que vivir en una casa
normal, ¡Como extrañaban el castillo!
Entonces, el rey, puso una
recompensa de 10.000 monedas de oro al que consiguiera sacar al
dragón del castillo y si fuera posible, matarlo.
Muchos caballeros y ejércitos
trataron de matar al monstruo, pero cuando parecía que lo iban a
lograr, porque este parecía dormido, y ya estaban por clavarle
la espada y cortarle la cabeza… el dragón abría un poquito los
ojos y… ¡se los comía!
Entonces, un día, llegaron al pueblo
tres hermanos, Palito, el más alto y flaco como un palo de
escoba, Rechoncho, el mediano y más gordo que una vaca y por
último Enanito, que era más bajo que un bebe recién nacido, y le
dijeron al rey que ellos iban a matar al dragón, pero todos se
rieron de ellos porque parecían campesinos en vez de caballeros.
Pero los hermanos no hicieron caso a
las burlas y se encaminaron hacia el castillo.
Cuando llegaron, el dragón estaba
dormido, y ellos entraron muy despacito y abrieron la puerta de
la habitación donde dormía el monstruo muy despacito, muy
despacito, sin hacer ruido.
Entonces, cuando los tres entraron y
se escondieron atrás de un montón de monedas, hicieron un
plan…
Mientras Palito y Enanito iban sin
hacer ruido detrás del dragón, Rechoncho empezó a golpear unos
tarros de oro puro con unas cucharas también de oro, porque
quería despertar al dragón.
El dragón abrió un ojo… y luego el otro y dijo muy fuerte:
-¿¡Quién osa despertarme!?
Rechoncho siguió haciendo ruido, pero esta vez se escondió
detrás de un mueble todo de oro.
Mientras tanto, Palito y Enanito
habían llegado detrás del dragón, y Palito, como era tan alto,
subió a Enanito encima del monstruo y salió corriendo a
esconderse.
Como Enanito era tan chiquito el
dragón no se dio cuenta de que estaba encima de él, además,
Rechoncho le decía:
-¡¡Ven a comerme que soy gordito y más rico!!- Y luego escapaba
un poco más lejos.
El dragón trato de tirarle fuego
pero como habían pasado tantos años desde la última vez que
había lanzado llamas, solo salió un humito.
Entonces, enanito, que estaba encima
del dragón, saco una espada que era dos veces más grande que él
y se la clavó al dragón justo en el corazón.
Así los tres hermanos fueron a donde
estaba el rey y le reclamaron la recompensa, el rey se la dio y
ellos se compraron una linda casa en el pueblo.
El rey con la reina, las princesas y
los príncipes y también los sirvientes, se mudaron de nuevo al
castillo y vivieron felices comiendo perdices.