Había una vez una hormiguita llamada
Luli que vivía en Nueva York, en el área de West Harlem. Luli
vivía con su mama y su hermanito Tico. A Luli no le gustaba
andar sobre todas sus patitas. NO, no y no, ella andaba sobre
dos patitas y no solo eso, a Luli le encantaba caminar en
tacones altos como si fuese una personita. Todos los días Luli
iba a la escuela y era una hormiguita muy estudiosa. No tenía
amigos porque las demás hormigas decían que Luli era diferente a
ellos. Se reían mucho de Luli pues tenía que usar espejuelos
permanentes. Las hormigas eran muy crueles y le llamaban por
sobrenombres que hacían llorar mucho a Luli. Le ponían el pie
para que ella se tropezara perdiera el equilibrio y callera a
tierra para seguir burlándose de ella.
Un buen día Luli le dijo a Tico
– A partir de hoy iré al
gimnasio para hacer ejercicios y ponerme fuerte para que ya no
se rían de mi en la escuela ni en ninguna parte.
-pero Luli nosotras las hormigas no tenemos gimnasio_ dijo Tico,
mientras levantaba sus patitas delanteras en forma de asombro.
-No importa dijo Luli muy seria. Entonces haré mi propio
gimnasio. Voy a demostrarles que no les tengo miedo y que si se
meten conmigo les va a ir muy mal.
Mamá hormiga quien estaba escuchando
mientras lavaba los platos se acercó hacia ellos se secaba las
manos con una toalla blanca y les dijo: La violencia genera más
violencia. No me gusta que hablen de venganza ni de crear miedos
en los demás.
-Mami, tú lo dices porque no es de
ti que se ríen los demás. – dijo Luli con su carita cabizbaja y
sus ojitos aguados.
-Pero Luli– decía mamá, en realidad
tú piensas que no se ríen de mí. Déjame explicarte que cuando se
burlan de uno de ustedes lo están haciendo de mi también.
-¿De verdad mamita? Pregunto Luli
-De verdad mi amor_ dijo mamá
-Entonces mama, ¿Por qué no quieres
que Luli se desquite de las hormigas bravas? Preguntó Tico
-Digamos que Luli se desquita como tu dices, comenzó mamá a
explicar-,
Me pueden decir ¿Qué satisfacción va
a tener ella después de la venganza? ¿Creen ustedes que el
problema se hará mayor ó menor? Y que tal si vienen más hormigas
bravas a pelear con Luli, luego con ustedes dos y conmigo
también. Y que habremos resuelto?– les diré, NADA.¿Y Cual será
tu satisfacción Luli? ¿Qué habrás ganado? NADA. Tal vez al
principio te sientas bien pero ¿y luego? Vas a tener que mirar
para todos lados cuando salgas sola porque no sabrás si te van a
estar acechando en una esquina.
Y prosiguió mamá hormiga hablando
mientras Luli y Tico la escuchaban muy atentos.
-Ahora bien, todo lo que les he
dicho no quiere decir, que Luli no haga su propio gimnasio y se
ponga fuerte. – Yo podría hasta ayudarla a hacer algunas pesas
para ella.
La carita de Luli se ilumino de la
alegría. – Oh mamita gracias, gracias que buena eres. Te quiero
muchísimo mamita. Luli fue donde estaba la mama hormiga y la
abrazo. Tico las miraba con una gran sonrisa.—Yo también
ayudaré- dijo Tico y se unió al abrazo.
Todos los días mama hormiga, Luli y
Tico salían a buscar materiales en las calles para poder hacer
los equipos para el gimnasio de Luli. Buscaban en todas partes
particularmente en los botes de basura pues de esa manera
podrían reciclar materiales y rehusarlos en las cosas del
gimnasio. Con mucho empeño y trabajo Luli se convirtió en la
primera hormiga dueña de un gimnasio para hormiguitas , llegando
a ser la hormiga mas fuerte de todo West Harlem.
Cuando no estaba en la escuela se la
pasaba levantando pesas, corriendo y hasta bailaba haciendo
ejercicios. Cual no seria su sorpresa que las hormigas bravas
cuando notaron que nada de lo que le hacían a Luli la hacia
llorar decidieron seguirla y Zas que sorpresa se llevaron cuando
vieron a Luli levantando una gran pesa como si fuera una simple
hojita. Las hormigas bravas se miraron entre si y decidieron
preguntarle a Luli si ella los podría ayudar a hacer ejercicios
porque querían ser fuertes como ella.
Luli no podía creer lo que
escuchaba, al principio tenia miedo pero se acordó de las
palabras de mamá hormiga y las mandó a entrar a su gimnasio. Al
finalizar la sección de ejercicios se despidieron y le
preguntaron que si podían volver al día siguiente a lo que Luli
dijo que si.
Al llegar a casa Luli fue directo
donde mama hormiga y le dijo: – Mamita hoy entendí lo que me
dijiste sobre la palabra satisfacción. Mama hormiga sonrió y
abrazando a Luli dijo,:
A ver cuéntame ¿Qué pasó?_ Luli
emocionada le relató todo lo que había ocurrido con las hormigas
bravas y lo contenta que se sentía ahora.
Todos los días iban todas las
hormigas al gimnasio de Luli. Se habían convertido en grandes
amigas y amigos. Ya eran como una gran familia.