Un joven soldado que atravesaba un
bosque, fue a encontrarse con un
mago. Este le dijo:
-Si eres valiente, dispara contra el
oso que está a tu espalda.
El joven disparó el arma y la piel
del oso cayó al suelo. Este
desapareció entre los árboles.
-Si llevas esa piel durante tres
años seguidos -le dijo el mago- te
daré una bolsa de monedas de oro que
nunca quedará vacía. ¿Qué decides?
El joven se mostró de acuerdo.
Disfrazado de oso y con dinero
abundante, empezó a recorrer el
mundo. De todas partes le echaban a
pedradas. Sólo Ilse, la hermosa hija
de un posadero, se apiadó de él y le
dio de comer.
-Eres bella y buena, ¿quieres ser mi
prometida? -dijo él.
-Sí, porque me necesitas, ya que no
puedes valerte por ti mismo -repuso
llse.
El soldado, enamorado de la joven,
deseaba que el tiempo pasase pronto
para librarse de su disfraz.
Transcurridos los tres años, fue en
busca del mago.
-Veo que has cumplido tu promesa
-dijo éste-.
Yo
también cumpliré la mía. Quédate con
la bolsa de oro, que nunca se
vaciará y sé feliz.
En todo aquel tiempo, llse lloraba
con desconsuelo.
-Mi novio se ha ido y no sé dónde
está.
-Eres tonta -le decía la gente-;
siendo tan hermosa, encontrarás otro
novio mejor.
-Sólo me casaré con "Piel de Oso"
-respondía ella.
Entonces apareció un apuesto soldado
y pidió al posadero la mano de su
hija. Como la muchacha se negara a
aceptarle, él dijo sonriente:
-¿No te dice el corazón que "Piel de
Oso" soy yo?
Se casaron y no sólo ellos fueron
felices sino que, con su
generosidad, hicieron también
dichosos a los pobres de la ciudad.