Perruno



U  B  L  I  C  I 
D  A  D


U  B  L  I  C  I 
D  A  D
 
 
    
    
 
 


LAS AVENTURAS DE PERRUNO
 
 
 

LA
SOLEDAD DE PERRUNO
 



Yo era un perro cualquiera
al que un día abandonaron., fueron varios los días en los que estuve
en la calle, solo, con hambre, y sin saber donde encontrar  un amigo
o tal vez alguien que me quiera de verdad. Por cada casa yo iba y me
quedaba sentado hasta que alguien me atendiera, pero todos me
rechazaban diciéndome:

 

Sal de acá perro mugriento,
o tal vez
 

– Hijo ni se te ocurra
tocarlo!
 

Con eso me bastó y sobró
para ofenderme y darme cuenta que en realidad nadie me quería.
 

A PRIMERA
VISTA
 

Ya de tanto estar solo en la
calle aprendí algunas cosas como no llorar, total lo hecho está
hecho.  
 



Un día yo estaba caminando
cuando vi a un chico salir de su casa, según él iba a la perrera de
“Don Nicolás”. Lo seguí para ver si podía hacer algo para que me
agarre y me lleve a su casa. Ahí fue cuando me vio, pero ni una
mirada me hizo.

 


Triste me fui y en la calle
me senté para ver si alguien tenía un poco de dignidad por este
pobre perro.

 



Al poco tiempo dormido me
quedé, cuando salía de la perrera,  Agustín cruzó la calle en
bicicleta y sin darse cuenta me atropelló. En ese momento levanté 
la vista, y vi que me alzaba un desconocido. Y lo primero que se me
ocurrió pensar es que podría ser mi nuevo compañero

 

MI
CURACIÓN
 

Al
despertar, estaba en una sala donde muchos perros con sus dueños
allí esperaban.

 



Al rato entramos a un
consultorio donde había un señor vestido de blanco, esto me hizo
acordar cuando mis anteriores dueños me traían acá. Después de
hacerme varias cosas, me llevó en el canasto de su bicicleta. Yo
estaba sorprendido y tenía ganas de mover la cola, pero ni para eso
tenía fuerzas.

 

MI NUEVO
AMIGO
 


Luego me llevó a su casa
donde estaba su mamá, su papá, y sus dos hermanos Lili y Tomás.

 



Me curaron, pero ni una hora
estuve allí que ya me estaban por llevar a la calle, aunque en
realidad, alguien dignidad tuvo por mi, la mamá.

 



Escuché decir que sentía
lástima por mí, pero como soy un perro orgulloso, no quiero que me
tengan lástima,  aunque tuve que aprovechar las oportunidades que la
vida me brinda.

 



Por el momento, mucha
confianza no me tenían, pero para ganarla me trataba de portar lo
mejor posible, sentándome en un rincón de la cocina.

 


ACOSTUMBRÁNDOME A MI NUEVA VIDA
 



Lo que puedo decir es que me
estaba acostumbrando a vivir algo que no vivía hace mucho tiempo en
mi vida perruna.  Ya no escuchaba esas desagradables cosas que
decían de mí personalidad.

 

De repente, un día algo oí
que de verdad dejó muy impactados a mis pelos:
 

-Ese perro de porquería es
un desagradecido (Oí decir de la santa mamá que a mí me parecía)  
 



Agarré a la noche un bife de
carne, un vaso y una foto de recuerdo de la familia, y me marché a
cualquier lugar, ni yo sabía a donde iba.

 



A la mañana siguiente la
familia se levantó en un soleado y caluroso domingo. Cuando el papá
salió a comprar medialunas, ahí me vio, tirado, desamparado o lo que
fuese, Y como si no le fuera a importar, pasó de largo.

 

SUFRIR
COMO NUNCA
 



Una y varias veces sufrí
pero nunca cuando estaba tan seguro de que no me volvería a pasar,
como ahora, toda mi ilusión se echó a perder, sólo por dejarme
llevar por un simple engaño.

 

Si ellos piensan que no me
di cuenta, están muy equivocados, porque si lo hice.  

 



Nadie se acordaba de mi! 
Entonces otra vez volví a ser el mismo perro de antes, sucio,
hambriento, y prácticamente solo o más bien, sin amigos.

 



Antes de conocer a esta
familia veía a todos los perros sin dueños, en cambio ahora, lo que
veía es todo lo contrario, los perros, con sus dueños jugaban
felices, como si fuese que Dios me está dando una lección, no sé en
que me equivoqué, pero tenía que aceptar lo que la vida me daba , y
pensar que había cosas peores… y yo sufriendo por esta desilusión

 

TODO POR
UN MAL ENTENDIDO
 

Al tiempo todo se aclaró, lo
entendí perfecto, hablaban de otro perro…


Pensaba que era sobre mí…
Pero desde ahora no me voy a exaltar por cosas que no tengo pruebas.

 



Lo que empecé a vivir era 
todo lo que un perro como yo desearía: me sacaban a pasear una vez
cada uno, me daban de comer, prácticamente una familia fenomenal.
Todos los días dormía con Matías, después de todo fue el que me
encontró.

 



Un día en el que la familia
se había ido de compras, me quede solo, cuando golpearon la puerta y
al fijarme, era un señor muy conocido para mí, no me acordaba quien
era y como soy un perro no pude atender.  

 

Al llegar la familia, o sea,
casi la mía, le preguntaron al él que buscaba o en que lo podían
ayudar.
 



Les dijo que buscaba a un
perro que habían tomado por equivocación. Me di cuenta que ellos lo
lamentaron mucho pero me entregaron y yo ya recordé que era mi
anterior dueño.

 


Triste me fui y abandoné la
casa que tantas veces me hizo falta y cayéndome una lágrima me dejé
llevar.

 

MI
MUERTE 
 



Íbamos caminando por la
plaza cuando empecé a recordar que pasé un montón de obstáculos para
llegar hasta esa familia y me di cuenta de que no la podía perder,
así fue como crucé la calle y al despertar aparecí en un lugar que
siempre supe que llegaría a conocer,  pero nunca pensé que fuera a
los nueve años de mi vida.

 
 
Aventurera triste pero verdadera
historia acerca de la vida de un perro.

 

 

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Autor/a del cuento

©


 
Tamara Abregú
  –
11 años