Había una vez dos
piedritas azules que estaban en el rió un día paso un recolector de piedras y
se las llevaron. Las piedritas estaban tristes porque las habían sacado del rió
donde el agua las refrescaban y ahora se encontraban en un rincón de un
deposito.
Un día
el muchacho que las recogió las llevo a una calle y las pego en un muro, las
piedritas azules quedaron muy tristes pegadas en el muro dándoles el sol todo
el día,
Entonces pidieron
al sol que calentaran las nubes para que llovieran y puedan desprenderse de
la pared.
Así sucedió cayeron
de la pared y ya en el piso vieron asía arriba y en el muro estaba la imagen de
Jesús sin sus pupilas, tristes y desconsoladas quedaron.