Había
una vez una bella princesa de cabello azul como las aguas claras
llamada Marclaryn que solo tenia bondad, gentileza y humildad en
su alma, que paso a las manos de un viejo vendedor de la India,
sus padres siendo traicionados por el guarura de la pequeña
princesa, lo mandaron a buscarla incansablemente por todo el
mundo a cambio de su vida, aquel guarura que solo contaba con su
espada y trozos de pan para sobrevivir en su búsqueda por la
princesa, decidió darse por vencido y dejarse atrapar por la
muerte, el rey y la reina quedándose sin opción tuvieron que
emprender su camino a buscarla, pasaron años y nunca fue
encontrada.
Su tristeza se convirtió en un sentimiento que los consumía,
ellos se hicieron mas amargados con el tiempo y crearon de su
pueblo un lugar infeliz y injusto.
Un día
un joven caballero fue hacia el castillo a proponerles encontrar
a su hija a cambio de que cuando la princesa tuviera la edad
suficiente el se casaría con ella y no habría mas injusticia en
el pueblo, los padres aceptaron sin esperanza a que lo lograra.
Pasaron días, meses y años y no hubo noticias sobre el caballero
o la princesa perdida.
Los reyes enfermaron de una gripe mortal y estaban en su lecho
de muerte, cuando el joven caballero apareció con una señorita a
su lado.
– He aquí mi señor y señora reina, su buscada y anhelada
princesa. – Dijo el joven caballero acercando a la chica de
cabello verde como los lagos claros.
– Ella no puede ser mi hija. – Dijo el rey con enojo. – no
tratéis de engañarme joven caballero, la princesa tenia el
cabello azul justo como el claro mar.
– Señor, la princesa a perdido su color de cabello azul, pero no
su esencia, después de años de búsqueda, pensé que nunca la
encontraría si la buscaba por su color de cabello único, quien
fuese que la tuviera no dudaría en ocultarle a toda costa el
cabello para que no fuese identificada, así que una vez teniendo
esta nueva conclusión emprendí mi camino de nuevo buscándola con
unas solas características que ya nadie en este mundo pudiese
tener y esta es la bondad, gentileza y humildad que ella poseía
desde que nació, un día mi señor rey, pase por un bosque y pare
en un lago a beber agua, junto a mis ojos esta hermosa señorita
se encontraba, me enamoré en cuanto la vi, rápidamente al verme
ahí tan agotado fue y me invitó a pasar a su casa, yo accedí,
sus padres no eran como ella, incluso tenían rasgos distintos y
no eran nada humildes, en cuanto acabe de comer me despedí de la
señorita y le propuse verla en a la mañana siguiente, todos los
días empezamos a salir a escondidas y un día pasamos junto al
mar y ella me contó que al meterse su cabello se tornaba azul y
le tenían prohibido meterse al mar por eso solo se bañaba en los
lagos donde su cabello se tornaba verde, reaccioné
inmediatamente y la traje hasta aquí, ella señor tiene todas las
características, ella es la princesa.
Rápidamente el rey pidió verla de cerca, no podía creerlo.
– Venid aquí señorita, quiero observarle. – Pidió la reina,
quien era la única que podría descubrir si esto era verdad ya
que ella le concedió los dones de humildad y su único y hermoso
color de cabello con magia de los dioses.
La joven
se acerco y al tocar la mano de su madre su cabello brilló como
el sol convirtiéndose en azul como las aguas claras del mar,
todos quedaron asombrados ante esto y no quedaron dudas de que
su princesa perdida había vuelto.
A los días todo el pueblo se enteró de lo ocurrido, ya no había
injusticias solo felicidad y paz, la princesa se casó con el
joven caballero y sus padres fueron sanados.