Venta



U  B  L  I  C  I 
D  A  D


U  B  L  I  C  I 
D  A  D
 
 
 
 
 
 

LA
VENTA DEL ASNO
 
 


 
 
 



Erase un chicuelo astuto que salió
un día de casa dispuesto a vender a
buen precio un asno astroso. Con las
tijeras le hizo caprichosos dibujos
en ancas y cabeza y luego le cubrió
con una albarda recamada de oro.
Dorados cascabeles pendían de los
adornos, poniendo música a su paso.

 

Viendo pasar el animal tan ricamente
enjaezado, el alfarero llamó a su
dueño:
 

-Qué quieres por tu asno muchacho?
 

-iAh, señor, no está en venta! Es
como de la familia y no podría
separarme de él, aunque siento
disgustaros…
 



Tan buena maña se dio el chicuelo,
que consiguió el alto precio que se
había propuesto. Soltó el borrico,
tomó el dinero y puso tierra por
medio.

 

La gente del pueblo se fue
arremolinando en torno al elegante
asnito.
 

¡Que elegancia! ¡Qué lujo! -decían
las mujeres.
 

-El caso es… -opuso tímidamente el
panadero-, que lo importante no es
el traje, sino lo que va dentro.
 

-insinúas que el borrico no es
bueno? -preguntó molesto el
alfarero.
 



Y para demostrar su buen ojo en
materia de adquisiciones, arrancó de
golpe la albarda del animal. Los
vecinos estallaron en carcajadas. Al
carnicero, que era muy gordo, la
barriga se le bamboleaba de tanto
reír. Porque debajo de tanto adorno,
cascabel y lazo no aparecieron más
que cicatrices y la agrietada piel
de un jumento que se caía de viejo.

 
 El
alfarero, avergonzado, reconoció:
 

-Para borrico, yo!
 
 
 

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